Hace diez mil años cuando el hombre salía a cazar tenía que defenderse de los animales o de distintas amenazas, para eso el cuerpo activaba el sistema simpático de manera que generaba más adrenalina, más noradrenalina, aumentaba su frecuencia cardíaca, aumentaba su glucosa en sangre, su presión y su respiración. Todos estos cambios, cuando el hombre salía y se ponía en acción se limpiaban mediante la descarga física. Por lo tanto, eran cambios de una muy corta duración que le permitían accionar y tomar mejores decisiones.
Hoy en día, nuestro cuerpo es el mismo pero las situaciones de amenaza son diferentes, podemos estar frente a un monitor, recibiendo una mala noticia, podemos estar al teléfono, o atascados en la autopista. No contamos con las mismas posibilidades de descarga.
El estrés en su justa medida es una tensión perfecta porque nos da motivación, nos permite actuar, nos permite decidir, pero cuando esa demanda es incrementada y no contamos con los recursos suficientes, es ahí donde el estrés se transforma en negativo y hay una sobrecarga en nuestro organismo.
El estrés negativo, surge cuando la persona percibe o considera que no cuenta con los recursos necesarios para afrontar la situación, ya sea porque no tiene los recursos o porque no aprendió a utilizarlos bien. Mucho estrés por un período largo, puede tornarse en un problema. Nos puede llevar a tener dificultades en nuestra salud, a sentir presión en determinadas relaciones interpersonales tanto en nuestro hogar como en el trabajo, a tener ciertas dificultades emocionales, entre otras cosas.
Para un manejo saludable del estrés, debemos aumentar nuestros recursos para poder enfrentar la “amenaza” o “demanda” y lograr un balance interno. Las estrategias para el manejo del estrés son:
1. Técnicas de relajación y respiración: Encontrar breves momentos en el día para respirar profundamente, relajarse escuchando una canción, realizar ejercicios de relajación y descontracción muscular.
2. Realizar actividad física y alimentarse de manera saludable: Al hacer ejercicio, el cerebro libera químicos que nos hacen sentir bien. También puede ayudarnos con la energía reprimida o frustración.
3. Manejo adecuado del tiempo: llevar un registro de cómo administra su tiempo, qué actividad requiere de mayor/menos atención. Se recomienda realizar el ejercicio de registro al comenzar la semana y revisarlo al finalizar la misma para determinar si estamos siendo objetivos con el tiempo que nos lleva cada actividad.
4. Generar emociones positivas. Está demostrado que las emociones positivas, - como la inspiración, gratitud, asombro, esperanza, serenidad - contrarrestan los efectos fisiológicos producidos por el estrés negativo. Por lo tanto, vale la pena realizar actividades que las incrementen. Enumerar las cosas por las cuales estamos agradecidos, realizar acciones amables y expresar las emociones positivas son opciones que han demostrado aumentarlas.